“Encaramos esta obra con otro concepto”

Acompañado por cinco músicos, el saxofonista que introdujo su instrumento en el tango reprodujo aquel disco crucial para el cruce entre el 2×4 y el jazz, del que se cumplen cuarenta años. Hoy volverá a presentarse en Notorious.

Por Cristian Vitale

“Parecíamos dos poseídos”, dicen que dijo don Astor Pantaleón Piazzolla no bien terminó de grabar el célebre Reunión cumbre junto a Gerry Mulligan, en Roma. Jorge Retamoza no parece estar poseído esta noche en Notorious, pero sí se lo divisa en pleno trance de disfrute, como imbuido de una misión: a cuarenta años de aquella inmensa obra de “tango and jazz”, le dio por tocarla entera, y por primera vez, en Buenos Aires. “Siempre la tuve presente, porque es una obra que escuché mucho, durante mucho tiempo, y me pareció que había que hacerla en vivo acá. Aproveché el aniversario y le metí”, explica el saxofonista que, media hora antes de ponerlo en palabras ante Página/12, lo había puesto en música junto a su banda frente a una sala repleta y expectante, y volverá a hacerlo hoy, a las 22, en la casa jazzera de Callao al 900. “Y sí, fue un trabajo arduo”, agrega este músico que se tomó la licencia de ponerle saxo al tango y no morir en el intento.

Lo arduo, claro, está directamente relacionado con la trascripción completa y puntillosa –nota por nota, casi– de aquel registro crucial del tándem Piazzolla-Mulligan, que Retamoza y el arreglador Pablo Martínez se encargaron de concretar con la mayor precisión posible. “Digo que fue arduo porque Astor tocaba recontra fraseado y es muy difícil escribir todo, y además porque los temas, en el disco original, están grabados con una mezcla rara. En el caso puntual del original de ‘hace 20 años’, por ejemplo, escuchás como dos tomas pegadas, que hay que poner mucha atención para poder transcribir. Después, una vez que estuvo el material, la cosa fue ver si podíamos hacerlo funcionar con el sexteto, y el primer ensayo fue revelador en este sentido, porque estaba todo ahí, e incluso había espacio para que cada uno pudiera tocar a su manera”, cuenta Retamoza.

–Más cerca de la versión que del cover… Primó la mirada subjetiva.

–Respetamos la forma y las melodías de los temas en la ubicación en que están, porque la música de Astor está hecha con regla y compás (risas), y la verdad es que, si vas a hacer una versión, tenés que encarar un concepto diferente. No es cover, porque es imposible reproducir todo, nota por nota. Aunque pueda hacerlo en casa no le encontraría mucho placer para tocarla en vivo.

El vivo respeta, dicho está, el orden de las piezas tal cual aparecen en el vinilo original. Empieza por el tema 1 del lado A (“Hace 20 años”) y prosigue por “Cierra tus ojos y escucha”, bella en su melancolía; el “hit” de la obra, “Años de soledad”, y “Deux Xango”, cuya aspereza e intensidad llevan a Retamoza a lanzar un “acá se cortó la dulzura y empieza el rock”. El plan sucede con la misma secuencia cronológica aplicada al lado B: la eléctrica y universal “20 años después”; “Aire de Buenos Aires”, el único tema compuesto por Mulligan; la apoteósica “Reminiscencia”; y la poderosa pieza que da nombre al álbum. “El disco es tan potente en su versión original que no tendría sentido grabarlo, pero sí tenemos la idea, ya que transcribimos todo, de hacerlo con alguna orquesta. Esa es nuestra aspiración, hoy”, sostiene Retamoza, cuyo saxo barítono lució acompañado por Matías Rubino en bandoneón, Gastón Harisquiry en piano, Roberto Seitz en contrabajo, Pablo Martínez en guitarra y Daniel Miguez en batería.

–¿Por qué Piazzolla, por qué Mulligan y por qué ambos?

–Astor, porque es el músico más importante que ha dado la Argentina en términos de música popular. Si nuestra música principal en Buenos Aires es el tango, entonces él es el máximo exponente, hasta para aquellos que lo ven por fuera del género. Para el devenir de la música de Buenos Aires, Astor resume los aportes de Arolas, de Salgán y de Pugliese, y da un poco más, porque insinuó espacios para que otros pudieran continuar. El hecho de juntarse con músicas y músicos de otros lugares, bueno, lo universalizó.

–Le faltó el porqué de Mulligan. ¿Sólo porque fue el que acompañó a Piazzolla en Reunión cumbre?

–Creo que Reunión cumbre es más de Astor y que Mulligan hizo un gran esfuerzo por cambiar su manera de tocar. Eso salió de las transcripciones. El tuvo que manejarse con un material sonoro diferente del que estaba habituado. Admito que es un músico que admiro, porque era musicólogo y, al final, tuvo su orquesta que no era de cóctel, sino de concierto. Pero, desde el punto de vista del saxofón, yo toco de una manera más agresiva, y creo que el tango también lo requiere así, porque es una música mucho más nerviosa que el jazz. Incluso las cuestiones más románticas tienen un nervio que no se puede tocar con un sonido lavado. Admiro a Mulligan, tengo muchos de sus discos, pero nunca quise tocar el barítono como él.

La manera de Retamoza viene más bien de tomar ciertos elementos del jazz y de la música académica en función de innovar en el tango. Con tal matriz estética se entiende entonces su idea de introducir el saxo en el tango, como ha plasmado no sólo en la original recreación de Reunión cumbre, sino también en su último disco (Vientos de tango) o en el libro El tango desde el saxo, que presentará en la Feria del Libro. “Fue algo intrépido de mi parte eso de introducir el saxo en el tango. Desde que empecé con este proyecto sabía que la cosa no iba a ser para interpretar las melodías de tango tradicionales, sino escribir música nueva. Sí, hemos tocado algún tema de la guardia vieja o del tango canción, pero objetivamente no tenía la pretensión de instalarme como una persona que tocara aquel repertorio, porque ya está bien hecho como estaba, sino ver qué vías nuevas abrir. Y en ese camino estoy.”

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