Una buena noticia para quienes echan de menos la falta de continuidad de aquel maravilloso encuentro que se produjo entre el bandoneón de Astor Piazzolla y el saxofón de Gerry Mulligan en 1974, bajo el acertado título de Reunión Cumbre: el nuevo CD del saxofonista y compositor argentino Jorge Retamoza, Colores del Otoño, retoma la senda de aquel disco que constituyó uno de los primeros y más felices ejemplos de la fusión del tango con el jazz.
Sin ánimo de efectuar comparaciones, la mención de Reunión cumbre resulta insoslayable, ya que el mismo Retamoza lo reconoce como su principal referencia para entender cómo aplicar a su instrumento el vocabulario del tango; como un disco iniciático de su etapa actual. A punto tal que en abril de 2014, con la asistencia del compositor y arreglador Pablo Martínez, realizó un cuidadoso trabajo de reconstrucción de las partituras del disco en base a las transcripciones de la grabación, para presentarlo en vivo en formato de sexteto. Y aún hoy sigue incluyendo algunas obras de esa placa en sus conciertos.
Después de cinco años sin grabar, Retamoza vuelve con un CD en el que continúa la exploración iniciada en los años 90 sobre la interpretación del tango a través del gesto del jazz y los procedimientos académicos. Colores del Otoño nos trae nueve obras originales más una versión de Solo en la multitud, compuesta por Eduardo Rovira –un pionero de la innovación en el tango que merece ser más revisitado–, todas con arreglos del propio Retamoza.
El disco comienza con El cuarto, una composición inspirada en la sonoridad de la orquesta típica de tango, pero con una escritura densa, un exótico ritmo de 7×4 y bien marcados contrapuntos. Ya desde allí se advierte que todo el disco está impregnado de una atmósfera piazzoliana, con un enfático marcato y una tensión que atraviesa toda la grabación.
Retamoza ejecuta el saxo barítono en todos los temas, con excepción de los tres últimos, donde lo reemplaza por el tenor. Pero no compone ni toca pensando en el protagonismo de su instrumento, sino que lo integra naturalmente a las distintas formaciones que ejecutan cada tema, estableciendo jugosos diálogos en unos casos o dejándoles espacio para su lucimiento en otros. Para lograrlo se apoya en un grupo de músicos talentosos, algunos de ellos muy jóvenes: Nicolás Enrich y Matías Rubino en bandoneones, Gastón Harisquiry y Alejandro Kalinovsky en pianos y Roberto Seitz en contrabajo. A ellos se acoplan, como invitados, Javier Weintraub en violín, Julián Graciano en guitarra, Ezequiel Finger en vibráfono y Marcos Cabezaz –algunos lo recordarán por su participación en el ensamble de percusiones Paralelo 33– quien aporta un toque distintitivo ejecutando la marimba en el último track, Algo así, tal vez el tema más free de toda la placa.
Tal vez porque prioriza el ritmo y la armonía por sobre la melodía y sin duda por ser un material muy parejo, se hace difícil destacar un tema sobre otro. Pero puestos a elegir, nos quedamos con la dulce melancolía de Otra lluvia y con la delicadeza y profundidad de Solo en la multitud.
Jorge Retamoza es uno de los precursores en la introducción del saxo en el tango.
Estudió, entre otros, con el destacado saxofonista Bernardo Baraj, ha paseado su música por distintos escenarios nacionales e internacionales y es, además, autor de El tango desde el saxo, un libro de trabajos prácticos para el desarrollo del lenguaje del tango con ese instrumento. Con Colores del otoño nos ofrece un disco que exige una escucha atenta y sin prisas. Un disco lleno de sutilezas, de pulso nervioso y constantes cambios de clima que –a pesar del rol decisivo que juega en él un instrumento icónico del jazz como el saxo– posee un inconfundible aroma tanguero.